lunes

FILOSOFANDO


Aunque gran cantidad de cosas no dependen de nosotros, hay algo que sí está en nuestro poder. Y es el modo de reaccionar frente a lo que nos sucede, incluso cuando debemos optar entre dos alternativas que no hemos elegido. Epicteto formuló así esta idea: "No busques que los acontecimientos sucedan como tú quieres, sino desea que, sucedan como sucedan, tú salgas bien parado". El jugador no elige las cartas que le tocan en suerte, pero debe jugar de la mejor manera que le resulte posible.

Si una mano no resulta favorable, la siguiente podrá revertir el juego. Esta diferencia entre lo que nos pasa y el modo en que reaccionamos frente a lo que nos pasa implica que no sufrimos tanto por lo que nos sucede como por el modo en que valoramos lo que nos sucede. Lo que ocurre a una persona en su vida es menos importante que la manera de sentirlo. Una mujer puede enterarse de que es infértil y adoptar un niño sin hacerse mayor problema. Ante la misma noticia, otra mujer puede creer que su vida ya no tiene sentido, puesto que a su modo de ver una mujer no puede sentirse "adulta", "completa" ni valorada socialmente cuando no da a luz un hijo gestado en su propio vientre. Comparemos la impresión que nos producen los mismos acontecimientos en etapas distintas de nuestra vida. Podemos sufrir más por quedarnos sin nuestro segundo trabajo, aún sabiendo que contamos con dinero suficiente como para sobrevivir, que lo que sufrimos años atrás cuando nos echaron de nuestro único trabajo y contábamos con un sólo sueldo. No nos alegramos ni nos entristecemos por lo que son las cosas en sí mismas, sino por lo que representan para nosotros a través de las apreciaciones que hacemos de ellas. No nos sentimos bien o mal si no es por comparación. De ahí que alguien pueda suicidarse porque perdió diez millones de dólares y se quedó "sólo" con doscientos mil, una cifra con la que muchos se sentirían millonarios.